Nepal «22 días por el país de los ochomiles»
Texto y fotografías: Iván Antolín
¿Empezarías un viaje cancelando tus billetes de avión?…
Así, tal cual suena, comienza este primer viaje al continente asiático, concretamente al país de los “ochomiles”: Nepal.
Una bonita coincidencia se cruzó en mi camino con la propuesta de viajar al Himalaya, por lo que cancelé mis billetes a Bosnia y, de esa forma, comenzó la primera parte de mi aventura: los preparativos.
No soy persona de mirar en exceso los detalles de alojamiento, más allá sí lo soy del itinerario y lugares “icónicos” que visitar, y muy de dejar lugar a la improvisación y las sorpresas que pudiesen surgir; por lo que tras asegurarme de tener el material necesario y las etapas más o menos cerradas o con vistas a planes “b”, cierro la mochila, guardo mi cartilla de vacunación al día, mi pasaporte, y hacen su aparición esos nervios que siempre surgen en el momento del despegue.
Tras una breve escala, y casi diez horas de avión, aterrizo en Katmandú. Es mi primera vez en Asia y rápidamente me doy cuenta del gentío y el “caos” del que me habían hablado. Los colores y olores son muy llamativos e intensos. La ausencia de asfalto hace que la arena y el polvo se metan por todas partes, pero no importa; quienes amamos la fotografía pensamos: “esto tendría su punto con ciertas luces”.
Llego al hostal y hago un repaso a la mochila. Al día siguiente saldremos hacia Pokhara, lugar de donde parten la mayoría de los trekkings de los Annapurnas, y la mochila debe ir lo más ajustada de peso que sea posible.
Tras revisar mudas, camisetas y abrigo, toca repasar la parte fotográfica. A este viaje me acompaña mi pequeña Olympus E M5 Mark II y dos objetivos, un 9-18 (18-36mm equiv.) y mi inseparable tele 40-150 (80-300mm equiv.), que siempre viene conmigo en mis incursiones por la montaña. También lo hacen media docena de tarjetas, sí, seis. Y es que más allá de tener que llevarme un ordenador u otro dispositivo donde ir descargando material, lo cual aumentaría el peso de mi equipaje, prefiero cambiar la memoria de la cámara cada dos o tres días, independientemente de que esté llena o no.