Grandes Maestr@s de la Fotografía
David Santaolalla

«Los Becher y la escuela de Düsseldorf »

Me llamo D-223 y soy una torre, un depósito de agua. Nosotras, los depósitos de agua lo comentamos a menudo: nos encantan las fotos de los señores Becher. Sí, aunque parezca mentira, los depósitos de agua nos comunicamos entre nosotras. Utilizamos infrasonidos, vibraciones de baja frecuencia que generamos con el movimiento del agua y que se trasmiten por el suelo. Algo similar lo hacen los elefantes en África, solo que aquí en Europa no hay elefantes. Así que disponemos de todo el ancho de banda para nosotras, no hay interferencias, ja, ja, ja.

Yo creo que fue Hilla, la señora Becher,…

«Alfonso»
El humo de tu magnesio es el incienso de nuestra posteridad Ramón Gómez de la Serna

«¡Señores, hoy vamos a hablar de Alfonso!» Espetó Azcárate dejando sus bártulos sobre la mesa del estrado. Un rumor de incertidumbre recorrió el aula. Al fondo se oyó tímidamente un chascarrillo: «¿Alfonso? ¿Qué Alfonso, el jugador del Betis?». Afortunadamente no llegó a oídos de Azcárate.

Azcárate, el profesor de historia, era muy dado a la teatralidad. En ocasiones acudía a clase disfrazado de alabardero o de almirante para hacer más notables sus clases magistrales. Nos increpaba, nos regañaba y, al final, nos endosaba…

«Margaret Bourke-White»
Empápate del sujeto y la cámara te llevará de la mano

Sí, yo conocí a Margaret Bourke-White.

Mi infancia fue muy tranquila, demasiado. Principalmente porque mis padres eran sobreprotectores. Quizá como efecto rebote, al llegar a la adolescencia, me lancé a todo lo contrario: decidí que iba a vivir una vida peligrosa. Que iba a afrontar todo tipo de riesgos. Por eso me hice espía. Podía haber hecho algo más sencillo, como dedicarme al alpinismo, hacerme trapecista (sin red, claro) o narcotraficante, pero no quería darle un disgusto a mis queridos padres. Siempre es mejor arriesgarse en secreto, y …

«Saul Leiter»
Una ventana cubierta con gotas por la lluvia…

La lluvia martilleaba con violencia contra los cristales de la ventana. Y llevaba más de una semana así. Se acercaba el fin de la jornada y me disponía a encender la última pipa del día cuando a la puerta de mi despacho se asomó Margit:

— Jefe, hoy me marcho un poco antes, que tengo al niño con anginas.

Margit me llama jefe, pero la que manda, la que controla el cotarro es ella. Unos instantes más tarde la vi cruzar la calle con su paraguas rojo.

«Imogen  Cunningham»
¿Cuál es mi fotografía favorita?
¡La que haré mañana!

Estimado señor Santaolalla:

Permítame, ante todo, que me presente. Me llamo Ricardo López, pero todos me llaman «Richard», así que lo mejor es que ponga que soy Richard López. Le vengo siguiendo desde hace tiempo y me he leído sus interesantes artículos en la prestigiosa revista «Sonimagen Magacine» (o como se escriba).

He de confesar que me llamó curiosamente la atención que en su lista de «maestrillos» haya tenido la osadía de no incluir (hasta el momento, que yo sepa) a los clásicos Cartier-Bresson, Ansel Adams o Robert Capa. 

«Eugène Atget y Berenice Abbott»
Precursores de la fotografía callejera


El martes me llegó el pedido de Armazón: una máquina del tiempo. Me pasé el resto del día terminando de montarla. Es más grande de lo que esperaba y tiene el aspecto de uno de esos viejos «fotomatones», con su taburete regulable y su cortinilla. 

A continuación me leí de cabo a rabo las instrucciones (afortunadamente, junto al manual en chino mandarín, viene una copia en inglés. Menos mal, porque yo soy más de cantonés que de mandarín).

«Linda Eastman»

No, Linda no era la rica heredera del imperio Kodak.

George Eastman, aparte de fundador de la empresa Kodak, fue el inventor del carrete fotográfico y responsable de la primera patente de cámara fotográfica de carrete. Pero George y Linda sólo compartían apellido y pasión por la fotografía. No eran familia.

?Linda nació en 1941 en el estado de Nueva York, en el seno de una familia judía americana. Estudió Bellas Artes en la universidad de Arizona.

El humor cotidiano
« René Maltête»

Caminando por las calles del viejo París me encontré por casualidad con el espíritu del fotógrafo René Maltête.

– Yo estuve por aquí entre los años 1930 y 2000 – me comentó nostálgico – ¡Qué tiempos aquellos! Siglo XX.

Me llevó de la mano por los barrios periféricos, con calles en obras y señoras haciendo la compra. A través de sus ojos la realidad se transforma. Lo cotidiano se convierte en extraordinario.

Vidas paralelas:
« Dorothea Lange & Cristina G. Rodero»

En el siglo primero de nuestra era, Plutarco escribió varias biografías de personajes famosos que agrupó por parejas. Sus famosas «Vidas paralelas» confrontan un ilustre militar o político griego con otro romano cuyo carácter y destino son comparables.

Siguiendo el ejemplo de ese autor clásico, presentamos hoy las vidas paralelas de dos Maestras de la Fotografía. Una americana y la otra española, pero ambas con un prestigio reconocido universalmente.


«E
lliott Erwitt»


El hombre entró en la habitación con una peluca en la cabeza. No era un bisoñé, era una peluca de mujer, de mujer mayor, con rizos de peluquería. Y con aquellas gafas grandes, como pantallas de televisor antiguo y tan serio, nos dejó a todos boquiabiertos.

Se puso detrás del trípode y nos dijo que miráramos a la cámara. Cuando estábamos todos concentrados, sacó una bocina del bolsillo y la hizo sonar. Todos nos reímos, y fue entonces cuando pulsó el disparador de la cámara.