Conociendo a…
Javier Morales
Mayte Muro
Javier Morales Pliego, además de ser un magnífico fotógrafo especializado en “Fotografía de arquitectura”, es un entrañable amigo de SymArt desde hace años, habiendo sido, incluso, miembro de nuestro Equipo hace un tiempo.
Nacido el 11 de mayo de 1970 en Madrid, en el seno de una familia humilde y trabajadora, Javier es el tercero de cuatro hermanos. Cuando rememora su infancia visualiza a su madre haciendo “encaje de bolillos” para administrar el dinero que su padre, albañil, aportaba cómo único ingreso de la familia. Y aunque nunca pasó penurias, sí recuerda muchas carencias que ahora le hacen valorar doblemente todo lo que posee en la vida; aprendió una gran lección que ahora trata de inculcar a sus hijos: Marco de siete años y Sira de cuatro.
Cuando terminó la E.G.B., la situación económica de la familia no era la mejor para que Javier pudiera continuar con su formación. A él le hubiera gustado estudiar dibujo publicitario, pero la familia no se lo podía permitir; así que con 15 años tuvo que ponerse a trabajar.
Tras algunas ocupaciones menores como aprendiz de fontanero o carpintero, comenzó a trabajar en una empresa repartiendo publicidad y, con 17 años, acabó siendo el responsable de esa sección que repartía publicidad por todo Madrid; e inmerso en esa dinámica laboral, los años fueron pasando al tiempo que se diluía su futuro académico, muy a su pesar.
Pero como los recursos obtenidos por aquel trabajo eran más bien escasos, empezó a compaginar esa ocupación con la de relaciones públicas en diferentes locales de moda de Madrid, hasta terminar de camarero en una reconocida discoteca (Attica), lugar donde conoció a la maravillosa mujer que hoy día comparte su vida y es madre de sus hijos: Miriam.
Aprender inglés siempre fue una meta para él. Comenzó a estudiarlo de manera autodidacta, más tarde acudiendo a una academia para concluir, con los años, en la obtención del Certificado Oficial de Idiomas – Nivel avanzado – por la “Escuela Oficial de Idiomas de Madrid”.
Así pues, con 20 años, Javier desarrollaba tres trabajos simultáneos (también impartía clases de inglés en una academia), que le mantenían ocupado los siete días de la semana.